La plena incorporación de las mujeres a la política ha sido uno de los principales desafíos de la democracia costarricense a lo largo de su historia. De hecho, Costa Rica fue uno de los países que más tardíamente aprobó el voto de la mujer en América Latina, adoptado en 1953. Además de ello, han persistido barreras y limitaciones para la equidad de género en la política.
A mediados de los años ochenta se aprobó la que se considera como una de las reformas políticas más importantes en este tema: la Ley de Igualdad Real de la Mujer. Esta ley incluyó medidas y acciones concretas para combatir la desigualdad política y eliminar barreras para la participación de las mujeres en el mundo político. Esta ley, junto con otros cambios en la legislación costarricense han ampliado las oportunidades para la equidad de género en la política. Desde entonces, la cantidad de mujeres diputadas, regidoras municipales, así como la elección de Laura Chinchilla, en 2010, como primera mujer Presidente de la República reflejan estos cambios.
Sin embargo, a pesar de la relevancia de las transformaciones de los últimos treinta años, aún persisten barreras para la participación de las mujeres en la política. Dos claros ejemplos de ello son, por un lado, la baja proporción de mujeres en los puestos de alcaldías municipales, o el hecho de que se les nombre en puestos no elegibles en las papeletas legislativas, a pesar de la existencia de una extensa y variada normativa para la paridad de género.
La normativa en esta materia plantea que los esfuerzos para remover barreras y obstáculos deben aplicarse en todas aquellas instancias políticas en las que se nombren representantes o delegados. Esta amplia interpretación también cubre a las dirigencias de los partidos políticos, pues estas agrupaciones designan asambleas nacionales, comités ejecutivos y comisiones. En este sentido, ¿cuál es la situación de la paridad de género a lo interno de los partidos políticos? Es este panorama similar, o distinto, a lo que vemos en las municipalidades o en la Asamblea Legislativa.
Para responder a esta pregunta, el Programa Estado de la Nación recopiló la información de la dirigencia partidaria y su composición por género. Los datos abarcan tres observaciones en períodos recientes: 2015, 2017 y 2020. Para ello se revisaron las listas de las dirigencias de los 11 partidos políticos que han tenido representación legislativa a lo largo de este período.
Como se aprecia en el gráfico, la situación prevaleciente en 2020 en materia de equidad de género a lo interno de los partidos arroja resultados mixtos. En algunos partidos políticos se ha dado una mayor incorporación de mujeres de manera sostenida entre 2015, 2017 y 2020, entre los que se encuentran el PLN, el PUSC y el ML.
En otras agrupaciones, se han presentado retrocesos en esos tres momentos, como en el FA, el PAC y el PASE. Estos dos últimos, que en 2017 mostraban una composición muy equilibrada entre hombres y mujeres, desmejoraron su condición cuatro años más tarde. Por otro lado, en partidos de creación más reciente, las cúpulas no tienen ninguna representación de mujeres (Partido Republicano Social Cristiano y Nueva República). En 2021, seis de los 0nce partidos políticos analizados no garantizan en la práctica una amplia participación femenina en sus cúpulas (mayor al 40% de los puestos).
Gráfico: Porcentaje de mujeres en las cúpulas de los partidos políticosa/, según año del estudiob/