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En los análisis de por qué la ciudadanía participa en las elecciones, las personas expertas plantean que la asistencia a las urnas se explica por dos identidades: la identidad partidaria y la cívica. Por “identidad cívica” se entiende la fuerte obligación que sienten las personas de ir a votar en las elecciones, a pesar de que les resulte muy difícil tomar la decisión de a quién apoyar. En momentos en los que las dos identidades son fuertes, ello garantiza una alta concurrencia electoral y una fuerte identificación partidaria. Sin embargo, si las dos identidades se muestran en niveles bajos, la participación y la identificación partidaria disminuirían. En el escenario actual, la identidad partidaria se ha deteriorado, pero la cívica resiste y compensa la erosión de la primera. Es decir, aunque la ciudadanía se ha alejado de los partidos políticos, no se ha retirado de las urnas.

Un análisis realizado para el Informe Estado de la Nación 2021 demuestra que la población costarricense aún posee una fuerte cultura cívica y una sólida creencia en el sufragio, lo cual ha impedido que el desplome en la identificación partidaria se haya trasladado en caídas similarmente graves en la participación electoral.

A esta conclusión se llegó tras estudiar los patrones de votación de la ciudadanía habilitada para sufragar en ocho elecciones (entre 1990 y 2018), a partir de un conjunto que recoge el universo de votantes en el país. Esta recopilación fue posible gracias al acceso a la información brindada por el TSE y el Registro Civil. El período de análisis es relevante porque incluye tanto comicios de alta afluencia (1990 y 1994), como de menor concurrencia a las urnas (1998 en adelante), además de que coincide con los cambios del bipartidismo al multipartidismo.

Cabe recordar que en el padrón electoral no todas las personas empadronadas están o han estado habilitadas para sufragar la misma cantidad de veces. Por ello, resulta útil analizar la proporción de veces que un ciudadano o ciudadana ha votado con respecto a la cantidad de veces que ha tenido derecho a hacerlo.

Un indicador sobre esta materia es la cantidad de elecciones en las que el electorado no ha ejercido su derecho a sufragar. Como se aprecia en el gráfico, la cantidad de elecciones que las personas votantes se “pierde” es variado.  El grupo más numeroso del padrón ha ido a votar siempre que ha tenido derecho y no se ha perdido ninguna elección (35%). Le sigue en tamaño el grupo de la ciudadanía que se ha perdido solamente una de las elecciones (21%). Luego aparece el segmento del electorado que no acudió a emitir el voto en dos de las elecciones en el período estudiado. Por otra parte, en el extremo derecho del gráfico se muestra que solo uno de cada diez costarricenses no ha participado nunca (abstencionista habitual), una cifra baja considerando el entorno político, especialmente en la última década.

Gráfico: Distribución de la ciudadanía según la cantidad de elecciones en las que no ha participado

Créditos:

El autor agradece los comentarios y observaciones de Leonardo Merino Trejos