En 2018, por tercera ocasión en la historia política costarricense, ningún candidato alcanzó el 40% de los votos válidos requeridos para ganar en primera ronda. Al igual que como sucedió en 2002 y 2014, en 2018 será necesaria una segunda elección para designar al presidente de la República.
Una de las principales interrogantes para la segunda ronda, a celebrarse en abril, es: ¿cuántos costarricenses irán a votar? Al respecto, más de la mitad de los que sufragaron en febrero apoyaron a otros candidatos distintos a Fabricio Alvarado (PRN) o a Carlos Alvarado (PAC). ¿Qué harán estos ciudadanos en abril?, ¿Votarán por alguno de los dos o se quedarán en casa? Esta contribución puede aportar algunas pistas sobre lo que podría pasar en abril de 2018 a la luz de lo que ocurrió en 2002 y 2014.
A pesar de que no es posible responder a estas preguntas aún, la información disponible permite saber qué pasó en las dos ocasiones anteriores en las que se efectuó una segunda ronda electoral. En 2002 y 2014 las segundas rondas se escenificaron en condiciones muy distintas a las actuales. Por ejemplo, en los comicios de abril de 2002 compitieron el PLN y el PUSC, las dos fuerzas tradicionales del viejo bipartidismo. En 2014, por el contrario, la disputa se dio entre el PLN y el PAC, la agrupación que emergió una década antes. Además, en esta oportunidad el candidato del PLN Johnny Araya abandonó la carrera un mes antes y le despejó la vía a su contrincante Luis Guillermo Solís.
Si bien es cierto las condiciones del contexto político de las segundas rondas de 2002 y 2014 fueron muy diferentes, el comportamiento de los votantes no fue muy distinto. Tal y como lo demuestran los datos oficiales del TSE, la mitad de los empadronados votó en ambas rondas. Es decir, son votantes habituales (ver gráfico).
En el otro extremo, una cuarta parte (25%) de los ciudadanos con derecho a votar se abstuvo de hacerlo en febrero y en abril. Estos se pueden considerar abstencionistas habituales.
La restante cuarta parte de los electores tiene un comportamiento mixto: votó en febrero, pero se abstuvo en abril (18%) o se abstuvo de sufragar en la primera ronda pero sí lo hizo en la segunda (7%).
En conclusión, lo qué pasará en la segunda ronda de 2018 es impredecible a estas alturas. No obstante, como ha quedado evidente, las similitudes de los patrones de participación de los votantes en las dos rondas electorales de 2002 y 2014 aportan algunas señales de lo que podría ocurrir en esta oportunidad, considerando que una alta proporción de los empadronados en las dos ocasiones anteriores en las que se efectuaron segundas rondas también están habilitados para votar en 2018.
Gráfico: Porcentaje participación electoral de los costarricenses en primera y segunda ronda. 2002 y 2014.
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Según las cifras oficiales del TSE en 2018 cinco de cada 10 electores votaron por un partido político distinto al que habían respaldo en 2014. A este fenómeno se le conoce como volatilidad electoral y para medirlo se utiliza un indicador que calcula los cambios netos entre las proporciones de votos obtenidos por todos los partidos políticos en dos elecciones sucesivas.
El índice de volatilidad mide la cantidad de electores que cambian su voto de un partido a otro en dos elecciones sucesivas. A mayor valor del índice, mayor es la volatilidad electoral. El índice puede alcanzar valores de 0 a 100%; un valor de 100% significaría que todos los electores cambiaron de partido de una elección a otra (el sistema es muy volátil) y 0% significaría que ningún elector cambió de partido (el sistema no es volátil, básicamente todo queda igual).
Los cambios en las preferencias partidarias entre 2014 y 2018 reportados por el índice, son los más altos de los últimos 40 años y los terceros más altos sólo superados por los registrados entre 1962-1966 y entre 1974-1978.
Analizados desde una perspectiva histórica, los incrementos en la volatilidad electoral en el período 1953-2018 produjeron alteraciones importantes en la correlación de fuerzas políticas, particularmente en las elecciones de 1966, 1978, 2006 y 2018. En estos procesos electorales los cambios en el respaldo generaron desplazamientos y sustituciones de partidos políticos de una elección a otra. Inclusive algunas agrupaciones desaparecen por completo de la escena política, tal y como sucedió con Unión Nacional en 1962 y Unificación Nacional en 1978. En las fases históricas de mayores niveles de volatilidad se altera significativamente la correlación de fuerzas en las instancias de representación política.
Gráfico: Volatilidad electoral 1953-2018
Por primera vez en la historia reciente del país han surgido interrogantes acerca del rol que pudo tener la religión en la decisión del voto en 2018. Este un tema poco explorado que, dados los resultados electorales, merece ser estudiado con mayor detalle.
Mucho se ha especulado acerca de cómo se distribuyó el voto según la denominación religiosa de los electores. Dos de cada tres costarricenses (66%) son católicos según los datos del Barómetro de las Américas, un 17% se declara evangélico y el 17% restante dice tener otra religión o es ateo.
Con la información disponible del panel de electores del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica y el Programa Estado de la Nación (PEN) es posible responder a preguntas como: ¿por quién se inclinaron los católicos? o, ¿a quién respaldaron los evangélicos? en la primera ronda electoral.
El principal hallazgo de este ejercicio es que sobresalen diferencias importantes en el apoyo a los 4 candidatos con el mayor respaldo según denominación religiosa. Por ejemplo, el 76% de los que votaron por el PLN y el 86% de los que lo hicieron por el PUSC provino de los católicos. Por su parte, entre los que apoyaron al PAC el 52% se declara como católicos y el 13% evangélicos. En cuanto a los que respaldaron a Restauración Nacional (RN) el 70% es evangélico y el 20% tiene afiliación católica.
Al respecto, aún es temprano para afirmar (o desmentir) que la religión fue determinante en los resultados. No obstante, el principal desafío para ambos candidatos sigue siendo la expansión de sus apoyos planteando iniciativas que trasciendan los aspectos relacionados estrictamente con las creencias religiosas de sus simpatizantes.
Gráfico: porcentaje de apoyo según afiliación religiosa. Febrero 2018
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A una semana de las elecciones, más de un millón de personas aún no han tomado su decisión final sobre por quién votar para presidente de la República. Este altísimo nivel de incertidumbre es un hecho inédito en los últimos setenta años. Si bien en 2010 y 2014 una proporción importante de electores (tres de cada diez) se decidió al final, nunca se había llegado al día electoral con una situación tan abierta, con uno de cada dos todavía pensando cómo votar.
¿Cómo sabemos que hay tanta indecisión? Para llegar a esta conclusión hicimos un poquito de matemáticas, a partir de la información de las últimas encuestas publicadas. Vamos paso a paso.
En primer lugar, sabemos que el padrón electoral (personas habilitadas para votar) está compuesto por 3.3 millones de electores. Los sondeos de opinión pública coinciden en que aproximadamente una tercera parte de ellos piensa abstenerse (1.1 millón de abstencionistas, redondeando). Los probables votantes, entonces, serán alrededor de 2.2 millones de personas (padrón electoral menos abstencionistas).
En segundo lugar, una parte importante de la gente que sí va a ir a votar aún no sabe por quién. Este es el indeciso clásico, que vamos a llamar indeciso Tipo 1. De acuerdo con el último estudio del Estado de la Nación y el CIEP-UCR, estos indecisos representan entre una cuarta o una tercera parte de los probables votantes. Escojamos un punto medio entre 25% y 33%, digamos 29%. ¿Cuánta gente es? Para saberlo, debemos multiplicar la cantidad de votantes probables (2.2 millones de personas) por 0,29. El resultado es 638 mil electores.
En tercer lugar, gracias al estudio de panel que estamos haciendo (le hemos venido dando seguimiento a un mismo grupo de personas desde octubre) nos dimos cuenta de la existencia de un segundo tipo de indeciso, llamémoslo indeciso Tipo 2, que hasta ahora venía siendo invisible para las encuestas tradicionales. Son la gente que tiene candidato, pero cambian su decisión a lo largo del tiempo: saltan de un candidato a otro. Resulta que 4 de cada diez personas que dicen tener candidato, han estado cambiando de bando y señalan no tener una decisión final.
¿Cuántos son los indecisos Tipo 2? El cálculo es así: a los probables votantes (2.2 millones) hay que quitarle los indecisos Tipo 1 (638 mil). Como resultado tenemos a la gente que tiene candidato: casi 1.6 millones. Esto hay que multiplicarlo por 0.4, que es la proporción de indecisos Tipo 2), unos 625 mil electores (redondeando).
Así pues, el total de indecisos es la suma de los indecisos Tipo 1 (638 mil) e indecisos Tipo 2 (625 mil): 1.263.000 personas, lo que representa casi un 60% de los probables votantes.
Sin embargo, como los sondeos más recientes reflejan la situación de mediados de mes, hay que rebajar la estimación pues es lógico que haya gente que se haya decidido desde entonces.
Si la mitad o más de las personas lo están pensando, cualquier cosa puede pasar de aquí al 2 de febrero. Viviremos una verdadera montaña rusa.
El gráfico muestra los cambios en las preferencias de los votantes entre octubre y diciembre en el panel de electores del PEN y CIEP-UCR.
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Decididos volátiles e indecisos “parqueados”
El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, el Programa Estado de la Nación (PEN) y varios centros académicos[1] dieron seguimiento a la opinión política de 1.800 personas durante los meses de octubre, noviembre y diciembre.
A diferencia de las encuestas normales, en un estudio de este tipo (denominado panel electoral) se entrevista a las mismas personas, que fueron contactadas por medio de llamadas a sus teléfonos celulares. Un panel tiene la ventaja de que permite llevar el pulso de la campaña electoral midiendo los cambios que presentan los mismos individuos, cosa que las encuestas normales no pueden hacer.
El principal resultado de este ejercicio es que durante los primeros tres meses de la campaña electoral 2018 las preferencias de los votantes son muy cambiantes, y que esta fluidez no se capta adecuadamente por el análisis convencional de encuestas, dado que éstas solo captan porcentajes generales de apoyo a un candidato, sin distinguir si una parte del electorado dejó de apoyarlo y ganó simpatía de otros.
Según este ejercicio, cuatro de cada diez decididos por un candidato en octubre cambiaron de opinión y manifestaron apoyar a otro en diciembre. Por su parte, tan sólo uno de cada cuatro indecisos en octubre se decidió por un candidato en diciembre. Estos datos se desprenden de la comparación de las respuestas de los entrevistados en octubre y en diciembre.
En estas circunstancias de alta volatilidad de las preferencias, las decisiones que toman los electores no son definitivas y podrían cambiar de nuevo. Esto quiere decir que la contienda sigue siendo altamente incierta y en franca disputa entre varios candidatos a menos de dos semanas de la elección.
[1] Esta encuesta se realizó con el apoyo de Radioemisoras UCR - ODI -Semanario Universidad - PEN – LAPOP y CIEP
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Hay personas que votan más que otras. Los datos de participación muestran que, a mayor de edad, mayor es la asistencia a las urnas.
Usando las cifras disponibles de asistencia a las urnas de dos generaciones distintas de votantes, los nacidos entre 1961 y 1964 y los nacidos entre 1989 y 1993, es posible proyectar la participación electoral de estas generaciones en el futuro.
Este análisis muestra que mientras la participación de los votantes que hoy día rondan los 55 años de edad apunta a un crecimiento en las siguientes tres elecciones nacionales, la estimación de la participación del grupo que hoy ronda los 28 años es de disminuciones sostenidas en el mismo período. Esto quiere decir que, de no darse ningún cambio es esperable que en el futuro se amplíen las diferencias generacionales en materia de asistencia a las urnas.
Participación electoral observada y proyectada al futuro para dos generaciones de votantes. 1982-2026
(en porcentajes)
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Los 57 diputados en Costa Rica son electos mediante mecanismos que “magnifican la derrota de los perdedores y la victoria de los ganadores”. Esta contribución describe de manera sencilla la forma de elección de los legisladores.
Los diputados costarricenses son designados por provincia. Las provincias más pobladas eligen más diputados. Por ejemplo, en San José se nombran 19 legisladores, mientras que en Guanacaste se nombran 4. Para entender cómo son asignadas las curules de la Asamblea Legislativa se utilizan dos procedimientos que se describen a continuación:
Primer mecanismo de asignación
El primer mecanismo es dividir la cantidad de votos válidos entre el número de escaños legislativos en cada una de las provincias. A la cifra que se obtiene de esta operación se le llama cociente electoral y constituye el primer umbral para que un partido político alcance escaños.
A manera de ilustración, en la provincia de Heredia en la elección de 2014 se registraron un total de 220.255 votos y el número de curules a elegir era de 6. Utilizando el procedimiento mencionado anteriormente, el cociente electoral ascendió a la suma de 36.709 votos. Un partido que haya obtenido esa cifra de votos o más, se queda con un escaño legislativo, o con más de uno en caso de que su cantidad de votos supere significativamente este primer umbral. Dicho de otra manera, por cada votación de un partido, equivalente a un cociente electoral, la agrupación se adueña de una curul. Si la votación alcanza para dos cocientes se le asignan los dos.
Siguiendo con el mismo ejemplo, el PAC obtuvo 69.360 votos y el PLN 52.559. Con esa cantidad de votos ambos partidos tuvieron derecho a un escaño por cociente cada uno, pero no le alcanzaba, a ninguno de ellos, para una segunda curul por este primer mecanismo, por lo que era necesario recurrir a un segundo procedimiento para distribuir el resto de escaños, como se mencionará enseguida.
Los votos “sobrantes” después de restarles la cifra del cociente fueron 32.651 en el PAC ( = 69.360 - 36.709) y 15.850 en el PLN ( = 52.559 - 36.709). Estos residuos van a ser claves en el segundo procedimiento de distribución, pues de las 6 curules disponibles se asignaron únicamente 2 en esta primera etapa.
Segundo mecanismo de asignación
Cuando ningún otro partido posee una cantidad de votos igual o mayor al cociente electoral entra en juego el segundo procedimiento denominado cifra residual. En este segundo mecanismo, los partidos se ordenan de mayor a menor según los votos recibidos y se le asigna una curul a aquella agrupación cuya votación total (o la resultante de los residuos obtenidos después del primer procedimiento) sea igual o mayor a la mitad del cociente electoral.
A este segundo umbral se le conoce como subcociente electoral, y es la segunda barrera que deben superar los partidos para conseguir diputados. En Heredia en 2014 ese subcociente fue de 18.354 votos.
Al ordenar a los partidos de acuerdo a sus votos de mayor a menor, las 4 curules pendientes son asignadas de la siguiente manera: uno al PAC con los 32.651 votos, uno al FA con 28.053 sufragios, uno al PUSC con 20.149 votos y el último al PLN con 15.850 votos. Al FA y al PUSC la votación obtenida no les alcanzó para superar el cociente (primer umbral), pero sí para superar el subcociente. En el caso del PAC y del PLN los residuos de votos después de asignadas las primeras dos curules le bastaron para obtener un escaño cada uno en esta segunda etapa.
Distorsiones del sistema de asignación de curules
En la elección de la que hemos venido hablando, el ML obtuvo 16.682 votos. Esa cantidad de votos es mayor que el residuo del PLN de 15.850. ¿Por qué entonces el ML no obtuvo ninguno de los escaños en disputa? Por dos razones. La primera, porque no superó el umbral del cociente y la segunda porque no alcanzó a superar el umbral del subcociente. El caso del ML no es el único paradójico en nuestra historia, hay otros incluso más paradigmáticos.
En la elección de 1994 en Heredia el Partido Fuerza Democrática (FD) obtuvo una votación mayor que el residuo de votos de cualquier otro partido, no obstante, le sucedió lo mismo que al ML en 2014 pues no alcanzó ninguna curul. Cuatro años más tarde (en 1998) FD obtuvo el 7% de los votos en Heredia y el 5% en Cartago con el mismo resultado.
Por último, en la elección municipal de 1978 en Moravia (en la que se usan las mismas reglas de asignación) se emitieron 9499 votos válidos. El cociente fue de 1.899 votos y el subcociente de 950 sufragios. En esta oportunidad el Partido Pueblo Unido obtuvo 962 votos (12 más que el subcociente), sin embargo su residuo de votos era inferior a los del PUSC y del PLN, por lo que con el 10% de la votación recibida no alcanzó siquiera una de las curules municipales en disputa.
Como se aprecia en el gráfico las reglas para transformar votos en escaños dieron como resultado dos composiciones de la Asamblea Legislativa distintas: una claramente bipartidista (1994-1998) y otra multipartidista (2014-2018).
Distribución de curules por partido político en 1994 y 2014
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¿Dentro de veinte años los costarricenses votarán más o menos que ahora?
Los costarricenses votan menos hoy en día que antes. Si esto sigue ocurriendo, ¿qué pasará en el futuro? Si la participación electoral se comporta como lo ha venido haciendo, lo más probable es que la asistencia a las urnas en el futuro siga disminuyendo y caiga a sus niveles históricos más bajos.
En el gráfico la línea continua muestra la evolución de la participación en elecciones de los costarricenses desde 1962. Por su parte, la línea discontinua es una proyección de la concurrencia a las urnas en las próximas cinco elecciones (entre 2018 y 2034) basada en los niveles de participación observados en todos los comicios anteriores. Por lo tanto, en ausencia de cambios significativos lo más probable es que en el futuro la participación en elecciones se reduzca.
Participación electoral observada y estimada. 1962-2034
(en porcentajes)
Nota: se excluye de este análisis la participación en 1953 y 1958 por las condiciones atípicas de esas dos elecciones (por ejemplo, amplios sectores del electorado viviendo en el exilio).
Fuente: datos oficiales del TSE y estimación del PEN.
Al inicio de las campañas electorales es usual que la ciudadanía muestre niveles bajos de entusiasmo, interés y motivación. En 2014 el Informe Estado de la Nación mostró que un votante promedio se iba entusiasmando y motivando conforme avanzaba la contienda.
Mediante un seguimiento a la opinión de las mismas personas (conocido como panel electoral) entre octubre y diciembre es posible saber que en los dos primeros meses de esta campaña electoral el comportamiento de la ciudadanía era el esperado. Es decir, el entusiasmo por las elecciones iba en aumento entre octubre y noviembre. No obstante, en el mes de diciembre ese comportamiento se revirtió y cayó a los niveles reportados en octubre cuando recién iniciaba la contienda. El gráfico muestra el porcentaje de personas que manifestaron tener mucho entusiasmo, interés y motivación con la campaña.
¿Qué sucederá en enero? Los invitamos a estar atentos a próximas entregas para saber qué ocurrirá.
Porcentaje de personas que dijo tener mucho entusiasmo, interés y motivación con la campaña electoral 2017-2018
Según los últimos datos disponibles a octubre de 2017, las elecciones de 2018 se desarrollarán en un contexto político más favorable que las anteriores, pues el apoyo ciudadano a la democracia muestra una recuperación en comparación con los bajos niveles de 2012 y 2014.
Una forma de analizar la confianza ciudadana en el sistema político es a través del respaldo a dos de sus pilares fundamentales: la legitimidad y el respeto a las diferencias, mejor conocido como tolerancia.
En este sentido, en sociedades en las cuales la ciudadanía apoya el sistema político y respeta las diferencias se habla de “democracias estables”. Una democracia goza de buena salud si el grupo más grande de la ciudadanía -e, idealmente, mayoritario– fuera el de demócratas tolerantes. Por el contrario, quienes no apoyan el sistema ni toleran los derechos ajenos no son leales a la democracia y estarían en disposición de sustituirla por un sistema autoritario.
De acuerdo con los resultados de la encuesta de octubre de 2017 del CIEP-UCR en la que se utilizaron las preguntas del Barómetro de las Américas, la democracia costarricense mejoró considerablemente sus niveles de estabilidad política. En 2014 el país llegó a su nivel más bajo, con un índice de estabilidad democrática de 29 puntos, en una escala de 0 a 100. Este índice mide la proporción de personas que simultáneamente muestran altos niveles de tolerancia política y alto apoyo a la democracia. En 2015 y 2016 hubo repuntes en este índice, y en 2017 se registró otra mejora que elevó el indicador a 47, por encima del promedio de largo plazo.
Índice de estabilidad democrática en Costa Rica 1978-2017
La participación electoral ha disminuido en Costa Rica. Pasó de un promedio de 80% de los empadronados antes de 1998 a un 65% posterior a esa fecha.
Un análisis de los patrones de votación de todos los electores habilitados para sufragar en seis elecciones (entre 1994 y 2014), que reúne a poco más de 24 millones de observaciones, revela que la gran mayoría de costarricenses, 2 de cada 3, son votantes habituales. Es decir, son personas que han votado siempre que han podido o han votado frecuentemente. Sobresale el hecho de que la mitad de los empadronados ha votado todas las veces en las que ha estado habilitado. Sólo uno de cada diez costarricenses no ha participado nunca, razón por la que a este grupo se le considera como abstencionistas habituales.
En conclusión, los costarricenses aún poseen una fuerte cultura cívica y una sólida creencia en el sufragio.
Patrones de participación de los votantes empadronados 1994-2014a/
(N = 24.638.906 de electores)
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El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, el Programa Estado de la Nación (PEN) y varios centros académicos[1] dieron seguimiento a la opinión política de 1.800 personas durante los meses de octubre y noviembre.
A diferencia de las encuestas normales, en un estudio de este tipo (denominado panel electoral) se entrevistan a las mismas personas, que fueron contactadas por medio de llamadas a sus teléfonos celulares. Un panel tiene la ventaja de que permite llevar el pulso de la campaña electoral midiendo los cambios que presentan los mismos individuos, cosa que las encuestas normales no pueden hacer.
El principal hallazgo es que en el primer mes de la campaña electoral 2018 -al igual que en 2014- las preferencias de los votantes son muy cambiantes, y que esta fluidez no se capta adecuadamente por el análisis convencional de encuestas, dado que éstas solo captan porcentajes generales de apoyo a un candidato, sin distinguir si una parte del electorado dejó de apoyarlo y ganó simpatía de otros.
El panel reporta que 1 de cada 5 electores que tenía candidato en octubre ahora se declara indeciso. Por su parte, 1 de cada 4 personas que manifestaron estar indecisos en octubre se decidieron por un candidato a inicios de noviembre. Estos datos se desprenden de la comparación de las respuestas de los entrevistados en octubre y en noviembre. Interesantemente, mediante el mismo instrumento, solamente el 12% de los entrevistados reportaron haber cambiado su opinión. Pareciera como si muchos no están plenamente conscientes de su propia variabilidad.
La encuesta de noviembre del CIEP-UCR publicada en el Semanario Universidad, sin embargo, no reporta grandes cambios en la proporción de indecisos en relación con octubre (40% a 37%) ni en las personas que tienen candidato (49% a 48%). ¿Por qué no se refleja la fluidez de las preferencias en estos datos, si tienen la misma fuente?
La principal razón es que los movimientos de los individuos de una posición a otra, cuando se suman y se ven en conjunto, se cancelan mutuamente porque van en direcciones opuestas.
El PEN y el CIEP han decidido revelar esta información para evitar una lectura equivocada de la encuesta de noviembre: la campaña no está “congelada” y hay una notable fluidez en las opiniones políticas.
Tenemos información sobre la volatilidad de la intención de voto, que también sabemos está siendo muy cambiante. Sin embargo, requerimos mediciones posteriores de este panel antes de reportar las tendencias en este tema.
En esta figura vemos los cambios en las preferencias de los votantes entre octubre y noviembre.
[1] Esta encuesta se realizó con el apoyo de Radioemisoras UCR - ODI -Semanario Universidad - PEN – LAPOP y CIEP
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En la elección de 2014 la intención de voto de los costarricenses fue muy cambiante. La mayoría de los ciudadanos no sabía por quién votar o cambió de partido varias veces. En aquella oportunidad no hubo un claro ganador a lo largo de toda la campaña. De repente un candidato subía y luego bajaba; luego le tocaba el turno a otro y así hasta que finalmente la mayoría se decantó, en segunda ronda, por uno.
El gráfico muestra el comportamiento de 150 individuos, representados cada uno por una bola. Los desplazamientos reflejan la inestabilidad y los cambios de preferencia a lo largo de cinco momentos durante de la campaña: al inicio en octubre de 2013, en noviembre, en diciembre, en enero y luego de las elecciones de febrero de 2014.
Las tonalidades de cada bola representan los colores de los partidos (PLN-verde; FA-negro; PAC-amarillo; PUSC-azul; ML-rojo; Otros partidos-rosado; Indecisos-gris) que dijo apoyar en octubre, de manera que, cuando un individuo modificó su preferencia, cambió su posición en la red y se alineó junto a la nueva agrupación que dijo respaldar. El color de la bola no cambia para comparar la preferencia en el momento inicial y la ubicación en los distintos momentos.
¿Se repetirá este escenario en 2018? todo hacer pensar que la intención de voto en 2018 será igual o incluso más volátil que en 2014.
Panel electoral trayectorias
La Plataforma Electoral del Programa Estado de la Nación (PEN) es una herramienta de información cívica para la ciudadanía. Contiene seis secciones principales en las que usted puede ingresar y obtener información específica sobre asuntos de interés electoral. Se actualiza semanalmente.